domingo, 29 de abril de 2012

Merkel Vs El Mundo


Merkel nos ahorca con sus medidas restrictivas, sus medidas de austeridad y balance estricto de los ingresos y gastos de la administración pública.


Merkel nos obliga a mantener una disciplina germánica con nuestro dinero, y se pasa a Keynes por la biblioteca del fondo omitiendo medidas que impulsen la demanda.
Merkel, esa mujer de hierro que nos dice que hagamos las cosas bien, que no comamos por arriba de la boca, que es momento de aguantar los trapos para salir de la cancha de una sola pieza, una pieza que se llama Europa.

Veamos la opción de inyectar dinero, este es un tema del que ya hablé en post anteriores.


Me centro en España que es el mercado que conozco.

La incapacidad de competir de la industria nacional cede espacios a alternativas de fuera. Cuando inyectamos dinero lo hacemos por las franjas inferiores ya que son las que destinarán todo o casi todo al consumo, ahora veamos que consume esta gente.

Las personas con bajo poder adquisitivos buscan las alternativas con menores costes, no es que el resto no lo hagan pero en esta franja no hay opción.

En esta franja de productos hay que ser muy competitivos, la mayoría son commodity o de muy baja diferenciación donde, o se prescinde de mucha mano de obra, o se buscan puntos geográficos donde ésta no incida de forma decisiva en los costes del producto final.

Los productos sin diferenciación vienen de fuera de Europa y una inyección de dinero en el mercado sólo se traduciría en un shock de demanda de productos básicos, la mayoría importados con la consiguiente desviación del flujo inyectado hacia fuera.
Conclusión: el dinero que inyectamos para impulsar el consumo termina fuera de Europa y los efectos multiplicadores que podrían servir para reactivar la economía, irán a impulsar economías foráneas.

Pero esto no termina aquí, veamos como conseguimos este dinero, porque si hay algo que tenemos todos claros es que la inflación es el cuco malo y emitir moneda no es una opción que contemplemos en tiempos como los que corren o, por lo menos, lo reservaremos para más adelante.

Vamos a ir a los mercados a vender bonos, o pedir prestado para destinarlo a transferencias.
Y tenemos que saludar a nuestros queridos amigos, los mercados, las todopoderosas agencias de calificación, que son las mismas que luego especulan con los valores que impusieron, y a los demás capitales del mundo.


Y esos capitales, de donde vienen? Como es que tienen tanto dinero esta gente?, pues la respuesta es muy fácil, son los mismos que venden sus productos de bajo coste a Europa. Es necesario a esta altura del escrito que repasemos, hágalo usted, por favor, lector, de donde vienen las últimas inversiones en todo el mundo, lo que ayer eran pooles petroleros provenientes de medio oriente, hoy vienen del lejano oriente, de china e india que inyectan dinero a cambio de intereses cada vez mayores, gracias a sus socios, las agencias calificadoras de riesgo.

Ahora hago un paréntesis y recuerdo una sensación que tuvieron las fuerzas sociales inglesas con la revolución industrial y la rebelión contra las máquinas e intentando destruir talleres que los obligaban a ser más competitivos.

Pasado este respiro vuelvo al análisis.

Hace muy poco la dirigente alemana se vio obligada a salir a los micrófonos a desautorizar a estas agencias, también lo hizo su homólogo francés, incluso Obama hizo referencia al mismo tema, ninguno de ellos ha conseguido gran efectividad en la valoración de sus bonos y hoy España , Francia y otras grandes economías europeas ven caer por la ladera de gran pendiente, la valoración de sus documentos.
Merkel mala, Mercados malos, y el pueblo pide dinero…





Los maderos de San Juan que piden pan, que no le dan, que piden queso, les dan hueso y le rompen el pescuezo.

Como no se pudo antaño con las máquinas y la evolución imparable de la tecnología hoy hay que, creo yo, evaluar una política diferente, una que consiga dejarnos vivir y no sufrir los embates de quienes sólo buscan su lucro personal.

Primer problema, lo pongo primero porque me conviene, nada más.

Los mercados, estamos expuestos a ellos, los necesitamos para financiar nuestras políticas monetarias. Si ellos deciden que van a cobrar más por ofrecernos su patrimonio, menos efectivas serán nuestras acciones y más caras nos costarán, en época de recesión, eso no es moco de pavo.
Solución: pues no nos expongamos tanto a los mercados y listo… fácil, no? Pues no porque eso significa que tenemos que vivir con lo que tenemos y no con lo que queremos tener. Resignarse y ajustar el cinturón.





La industria europea no es competitiva, me centro nuevamente en España, un mercado repleto de rigideces, rigideces que no siempre se entienden en una segunda lectura.
Ees muy fácil decir que los derechos conseguidos tras muchos años de lucha no se pueden perder gratuitamente pero, ruego a los agentes sociales, que piensen por un minuto en la estructura empresarial y entiendan, al aporte humano como un elemento más de la ingeniería de costes, si, lo sé, es duro pero hagamos un esfuerzo por un momento

Un empresario debe competir, esto no es más la España de Primo de Rivera donde se cerraban las fronteras a pedido de los empresarios continentales.

 Empresarios que tienen que competir decía, contra sus vecinos de esta aldea global, contra un chino que manufactura a 50 euros mensuales por operario, un operario que descansa dos días al año y que si se da de baja tiene un pariente que ocupa su sitio inmediatamente.
Vecinos del norte de áfrica donde los animales no tienen que afrontar normas de producción como las locales ni costes a los que tienen que enfrentarse nuestros industriales.
Vecinos de Sudamérica donde el terreno es interminable y la alimentación de sus ganados se hace a unos costes ampliamente inferiores a los feedlots de nuestro continente.

Veamos cual es el panorama nacional, unos derechos de la masa obrera que exige pagar unos sueldos mínimos, bajos comparados con el resto de Europa, pero no es éste nuestro mayor competidor, y extremadamente altos comparados con los mercados que producirán los productos que sustituyen a los que solíamos producir en nuestra tierra, con mucha incidencia humana y baja diferenciación.
Pero el coste de la mano de obra no se termina en el salario, a eso hay que sumarle los días de baja, las fiestas, locales, nacionales, comarcales, autonómicas, mundiales, extraterrestres e intergalácticas eso sin contar las religiosas de cada uno de nosotros…
No podemos olvidarnos del coste del despido, que hoy se vende como una protección para aquellos que se quedan sin trabajo, pero es también una barrera de entrada a nuevas contrataciones en las empresas, que se traducen en tensiones e inmovilismo que dificultan o gravan la movilidad de los RRHH entre empresas.

Como lo veamos estas rigideces van en detrimento de la clase trabajadora que les impiden encontrar nuevos trabajos ni elegir mejores puestos en otros destinos.
Y entonces?
No pedimos dinero para no exponernos a los designios del mercado, como no lo tenemos no lo inyectamos y no impulsamos la demanda, en un entorno depresivo como el actual donde la demanda privada no activa el mercado si el gobierno no lo hace, quien lo hará?


Desesperante el panorama...

A mí se me ocurre que no me importa si vino la gallina primero o si fue el huevo.

Lo que si estoy seguro es que las gallinas que no se adaptaron a vivir en el entorno que les tocó, simplemente se extinguieron.
Rompamos las rigideces del mercado que nos impiden competir, seamos más severos en las calidades exigidas para ingresar en el mercado interno, pero que no sean exigencias artificiales sino que aseguren una calidad de vida y que sea sostenible.
Hay que ser más competitivo, para ello educación es la llave que abrirá las puertas de las primeras plazas en el mundo de mañana a la mañana.
El salario mínimo es el salario de entrada de cualquier trabajador, pero todos tenemos habilidades y éstas son nuestras herramientas para pedir una remuneración superior y si las barreras a la movilidad desaparecen, es más fácil para un empleado cambiar de empresa hacia la alternativa donde más le paguen y un empresario puede optar por la habilidad que menos le cueste y esta combinación permitirá encontrar los salarios de equilibrio que impulsen nuestra economía.

Si estas premisas se dan, competitividad en la industria local, de bienes y servicios, normas estrictas de calidad y sostenibilidad de los productos y servicios comerciados en el mercado local. Eliminación de las rigideces que impiden conseguir los niveles óptimos en el mercado, y lo digo en singular porque la aldea global es una sola y no muchas, si hacemos que el efecto multiplicador de la inyección que pretendemos que Merkel apruebe se quede dentro, es cuando a todos nosotros nos convenga que el dinero vuelva a fluir.
Por lo menos así lo veo yo…

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