miércoles, 29 de febrero de 2012

Revolución China SXXI

China nos agobia, nos usa y se renta de nuestras incapacidades competitivas.
Su organización alejada de la del mercado permite dirigir una fuerza de trabajo que genera competitividad abrumadora y conquista mercados y recursos a un ritmo devastador... Ok, es cierto.
Ahora, pensemos por un momento en China, pero no como en el gigante que amenaza con comerse al mundo. Pensemos en China como un territorio de chinos.
Hasta no hace demasiado tiempo pensábamos en China como en un territorio donde sus habitantes se encontraban arrodillados en los campos anegados de agua, juntando la cosecha de arroz, como en esos que se alimentaban de lo que cultivaban y que su capacidad de crecimiento en los últimos tres mil años se redujo a comer arroz bajo un gorro de paja en medio del lodazal.
Hoy china, tras sufrir invasiones, vejaciones e incluso un régimen autoritario y devastador para la libertad y los derechos humanos, puede decir que está en la senda del desarrollo. Un camino que suele converger a un estado de bienestar, un futuro donde esos chinos que ayer caminaban los campos con los ríos hasta las rodillas podrán estudiar, tener un hogar similar al mundo occidental y, aunque en estos momentos de cambio no abunde la igualdad social, un bienestar común con disminución de las diferencias entre clases, un bienestar social que preponderará, al igual que lo hace hoy en todos los países que han disfrutado de una revolución industrial.
Pero también es cierto que el panorama actual, según nos dice la historia, deberá pasar por una gran crisis interna.
Hoy China concentra más del 80% de su producción en una superficie menor al 15% de su territorio.
Las diferencias de ingresos entre la población alcanza límites insostenibles y, mal que le pese al régimen centralista que sigue queriendo aplacar las ansias de mercado que presentan los chinos.
Quienes probaron la renta, cual animal la sangre de una presa, ven a sus compatriotas, a los que nunca pensaron que podrían acceder a niveles de vida superior, que sí pueden hacerlo, y empujarán para hacerse lugar en el mercado.
China, como ya nos advirtió Jack London, entre otros tantos, es el gran gigante dormido que comienza a desperezarse, y quien piensa que ya está haciendo estragos es simplemente porque no es consciente de la capacidad de este gigante.
Temor?, por que? porque cambie las reglas del mercado?, no sé que pasará, lo que si creo es que en algún momento, tarde o temprano, China deberá trabajar con su mercado interno para distribuir su renta y proveer de mayor bienestar a sus habitantes que verán crecer las rentas de sus capitalistas y querrán subirse al mismo tren. Una actitud que de no tomarse podría generar unas tensiones insostenibles en un territorio tan vasto y rico como ese.
Este aumento de bienestar vendrá acompañado de un aumento de sus costes operativos y en no demasiado tiempo, esta ventaja que hoy tiene para exportar y administrar el flujo mundial de capital se verá cambiado por ser el demandante número uno de bienes y servicios ya que, incluso él, estará incapacitado para proveer a todos sus habitantes.
China será uno más en este juego del capital, con el tiempo, que no será largo, perderá sus ventajas y no podrá hacer trampas monetarias ni de mercado laboral precario, será un jugador más pero para ello hacen falta algunos ajustes que deberá hacer, por las buenas o por las que su pueblo le demande.





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